¿Los huesos de pollo son peligrosos para los perros?
Casi todos hemos escuchado alguna vez el consejo bien intencionado de no dar nunca huesos de pollo a un perro. Por mucho que se repita, este consejo es sólo correcto en parte. Es cierto que los huesos de pollo cocido, hervido o frito no deben darse nunca a un perro. Las altas temperaturas de cocción convierten los huesos de pollo en estructuras duras, parecidas al cristal, que se rompen en afiladas y puntiagudas astillas si los perros los mastican. Estas astillas pueden causar lesiones graves. Sin embargo, los huesos de pollo crudos o deshidratados (secos) se consideran seguros. A diferencia de los huesos de pollo cocidos, su textura es más bien blanda y quebradiza. Cuando se mastican, se aplastan, pero no se rompen en elementos puntiagudos. Son totalmente digeribles para los perros.
Además de por algunos huesos diminutos, las patas de pollo están formadas principalmente por piel, tejido blando y cartílago. Esto es lo que las hace fácilmente digeribles.